MENSAJE FINAL
DEL SEMINARIO DE CAMBIO SISTEMICO
Haiti, del 17-19 de Febrero de 2017
Reunidos en Haití, del 17 al 20 de febrero de 2017, 77 participantes, provenientes de diversos lugares del país, sobre todo de los barrios populares y zonas rurales alejadas, queremos saludar a todas las Conferencias pertenecientes a la CLAR y compartir gozosamente con ellas, el fruto de estos días de gracia que hemos vivido en comunidad.
Nos ha convocado nuestro compromiso con los más vulnerables, la necesidad de compartir nuestras experiencias y profundizar en cómo nos estamos acercando y desarrollando la misión en estas realidades.
Al mirar, estos días la realidad haitiana desde los puntos de vista social, económico, político y religioso, hemos constatado que los problemas de empobrecimiento extremo y progresivo, la desigualdad creciente y el tremendo deterioro del medio ambiente, nos ponen delante unos desafíos que son la causa del sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas.
Sufrimiento por no tener acceso a un trabajo digno, sufrimiento por carecer de una educación y sanidad de calidad; sufrimiento por no tener agua potable, comida, casa o cualquier otro servicio social básico.
Al mismo tiempo, hemos reafirmado nuestra fe y nuestra esperanza en la resiliencia del pueblo haitiano, en su capacidad de fiesta y alegría, en su capacidad de inventar caminos nuevos de economía solidaria, agricultura ecológica, educación liberadora, trabajo comunitario, colaboración en el crecimiento de los derechos de la persona, la justicia y la paz; la creación de organizaciones populares, asociación de mujeres y de defensa de la vida.
La reflexión sobre el horizonte inspirador de la CLAR y la contemplación del icono de la Visitación, han dado sentido de profundidad y urgencia a la realidad que habíamos contemplado. Hemos sentido fuertemente la llamada a salir deprisa al encuentro de la vida, a salir deprisa para llevar la vida.
Las voces de nuestro pueblo empobrecido, nuestros hermanos y hermanas, que sufren injusticia y exclusión, nos invitan a compartir su vida y a luchar con ellos y desde ellos, en redes intercongregacionales y laicas, para poder transformar la realidad, luchando contra la pobreza estructural y construyendo la casa común donde la vida, la dignidad, la autonomía, la justicia, la paz y la solidaridad sean posibles.
Nos descubrimos como discípulos misioneros, como discípulas misioneras, a la escucha de la Palabra y de la realidad para poder dar respuesta, junto con el pueblo, a las necesidades concreta de los empobrecidos, de los hombres y mujeres, de los jóvenes y niños que luchan día a día para salir adelante en la vida.
Pedimos a la Espíritu que cambie nuestros corazones, que nos impulse a asumir nuestras pobrezas y que nos de sabiduría para vivir con gozo nuestras diferencias de edad, dones personales y carismas congregacionales que no queremos considerar como problemas sino como riquezas que nos estimulan y complementan.
Un signo de esperanza, que ha sido significativo en este encuentro, es la incorporación de un importante grupo de hermanas y hermanos seglares con los que compartimos sueños, luchas y compromiso misionero. Algunos de ellos han asumido la responsabilidad de formar parte de la Comisión de Cambio Sistémico de Haití, en el seno de la CHR.
Quisiéramos vivir este compromiso solidario como el encuentro entre María e Isabel, el encuentro gratuito de dos mujeres, amparadas por la Espíritu, que son capaces de alumbrar una nueva vida: LA NUEVA HUMANIDAD