La fundadora: Espiritualidad

 Beata Émilie de Villeneuve,

 La nobleza del amor Xavier Lecoeur

Dos mujeres. La primera Emilie de Villeneuve era una joven noble, distinguida, cultivada acostumbrada al confort y las mundanidades sea en el castillo familiar de Hauterive sea en los salones de su abuela en Toulouse. La segunda, sor Maria, vivía en una casa sencilla de castres dedicándose a los pobres, a los enfermos, a las prostitutas, a los prisioneros…

Seguro que lo habréis adivinado : esas dos mujeres no son más que una sola .El 8 de diciembre de 1836 al fundar la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción, Emilie, hija del marqués de Villeneuve había dejado todos los privilegios de la nobleza de sangre por una nobleza superior: la nobleza del amor.

Ya hacía algún tiempo que los solos actos de caridad no eran suficientes para satisfacer a la que confiaba : “Lo tengo todo pero mi alma está inquieta“ Prematuramente madura a causa de los sufrimientos ( muerte de su madre, mas tarde de una de sus hermanas). Su padre le confió la administración del castillo de Hauterive; Sin embargo en su corazón iba creciendo un deseo radical: el de consagrarse enteramente a Dios y a los pobres; A 19 años quería entrar en la congregación de las Hijas de la Caridad; El padre se negó. Le pidieron que se lo pensase durante cuatro años. Este tiempo de discernimiento no sirvió más que para reforzar la determinación de Emilie, a pesar de que la orientó en una dirección imprevista: la creación de una nueva familia religiosa. De Saïx a Castelnau, la joven Congregación de las hermanas de la Inmaculada Concepción se desarrolló lentamente, hasta que en 1848, cuatro “hermanas azules“(se les llamaba así a causa del color de su hábito) salen para Dakar respondiendo a la llamada del Padre Liberman. Más tarde se establecieron en Gabón y en Gambia. Daban respuesta así a la hermosa exhortación de su fundadora: “Id donde la voz del pobre os llame”. Emilie de Villeneuve murió en 1854, a los 43 años y ha sido beatificada en 2009;

Las Hermanas de la Inmaculada Concepción son hoy día unas setecientas extendidas en catorce países y continúan testimoniando de la “santa predilección para con los pobres, los pequeños los débiles, los afligidos” de la beata Emilie de Villeneuve