Si cierras los ojos y piensas en Senegal, la primera imagen que te viene a la cabeza es a su gente saludándote y abriéndote de par en par las puertas de sus casas. Senegal es Teranga, la cultura de la hospitalidad de la que todos los pueblos deberíamos aprender.

Abuelos, abuelas, madres, padres, niños y niñas te reciben con la sonrisa más brillante que se puede dibujar de oreja a oreja, es imposible no devolvérsela. No importa que hablemos idiomas diferentes y que nos cueste comunicarnos con las palabras, donde ellas no llegan sí lo hacen las miradas, los abrazos, las sonrisas… y las cosquillas, gracias a ellas surgen las sonrisas más tímidas.

 De lunes a viernes los niños llegan a la escuela mucho antes que nosotras, la famille de voluntarias, algunos ilusionados, otros expectantes, tímidos, alegres… Cuando salimos por la puerta, vienen todos corriendo, nos dan la mano y nos dicen con un dulce hilillo de voz el característico “Bonjour, ça va?”. No hay mejor manera de empezar un día en la escuela, desaparece el sueño, el cansancio, las preocupaciones, sólo puedes sonreír, jugar, cantar y APRENDER. Sabemos que empezaremos con un gran corro, que cantaremos, que bailaremos, haremos ejercicio y acabaremos con el precioso himno del Senegal y el himno de la famille.

Este último surgió de manera improvisada, entre risas y miradas cómplices mientras cantábamos. Pero acabó explicando nuestro paso por Senegal, lo que sentíamos, lo que queríamos transmitir, lo que pretendíamos que recordaran y recordar.

“Pon tu mano en la mano de aquél que te da la mano,

pon tu mano en la mano de aquél que te dice ven.

Él será tu amigo para la eternidad.

Pon tu mano en aquel que te dice ven”

 Cantar se convirtió en una declaración de intenciones, pero también marcaba el momento de finalizar el corro e ir a las clases, a repasar castellano, inglés, francés, pintar, hacer manualidades, compartir y soñar juntos. Todos los días empezaban igual, pero todos tenían un final muy distinto, pero lo que no cambiaba nunca es que siempre, siempre, siempre surgía algún momento inolvidable que nos acompañará eternamente.

Senegal consigue cambiarte, el mundo ya no lo puedes ver de la misma manera, compartir y solidaridad se convierten en palabras que van mucho más allá de lo que creías, África ya no la ves tan lejos… Senegal te ofrece raíces y alas para soñar.

 María Alfonso

Voluntaria - Barcelona